21.12.14

Little Crane



 Little Crane
Christian Núñez

Con el trinomio sangre, muerte y destrucción, el norteamericano Stephen Crane (1871-1900) desarrolló una excelente producción literaria en un tiempo realmente corto de vida. Los jinetes oscuros/Poesía completa, con traducción de Benjamín Valdivia, reúne versos de episodios cáusticos que también pueden ser leídos como telegramas póstumos en ritmo fragmentado y brutal. Crane se hace preguntas existenciales con el lenguaje de la carne y abuchea diabólicamente cualquier aspiración humana. Su tono próximo a las alegorías bíblicas recrea siempre cuadros de tragedia seca y sin adjetivos. Los fatalitys de un Mortal Kombat previo a la era de los videojuegos. La escritura craneana posee la sintaxis del knock out aforístico. Un golpe bien colocado es más que suficiente para que el poema, el lector y los protagonistas de sus historias—pequeños hombres en situaciones límite—besen el cuadrilátero.

La obra se divide en 4 bloques: Los jinetes oscuros y otras líneas, Poemas no reunidos, La guerra es amable y Poemas publicados póstumamente. Salvo en los versos amorosos, donde la furia pierde fuerza, el estilo de Crane es muy salvaje. Demonios saltan a la página, hombres con lengua de madera pretenden cantar, enormes bolas de tabique aplastan a pobres diablos y otras bondades conforman un bestiario de fábulas puras y duras. Imaginen una borrachera de Leopoldo María Panero y Georges Bataille, musicalizada por Johnny Cash y filmada por Clint Eastwood. Las voces en off tendrían que ser de Stephen Crane. Con la siguiente sinopsis: “Elegante, áspero y sorpresivo como un uppercut, Mr. Crane vivió 28 años. Fue corresponsal de guerra, contrajo tuberculosis tras el naufragio de un barco rumbo a Cuba y escribió violentamente doce libros. De su lírica, conocemos 135 poemas.” Directo al salón de la fama.


 Los jinetes oscuros / Poesía completa
Stephen Crane
Traducción del inglés por Benjamín Valdivia
Azafrán y Cinabrio ediciones
México, 2005


1

Oscuros jinetes vinieron del mar.
Era el sonar y repicar lanza y escudo,
y chocar y chocar de pezuña y talón,
gritos feroces y la onda del cabello
precipitada sobre el viento;
de tal modo la cabalgata del Pecado.
 

3

En el desierto
vi un engendro, desnudo, bestial,
quien, agazapado sobre el suelo,
sostenía su corazón en las manos,
y comía de él.
Dije:  “¿Está bueno, amigo?”
“Está amargo-amargo,” contestó;
“pero me gusta
porque es amargo
y porque es mi corazón.”
 

24

Vi un hombre persiguiendo el horizonte;
a cada vuelta se aceleraban ambos.
Estaba sorprendido por esto;
abordé al hombre.
“Es inútil,” dije,
“nunca podrás—“

“Mientes,” gritó,
y siguió corriendo.
 

46

Muchos demonios rojos salían de mi corazón
y se lanzaban a la página.
Eran tan diminutos
que la pluma podía aplastarlos.
Y muchos forcejeaban en la tinta.
Era extraño
escribir con esa mierda roja
las cosas de mi corazón.
 

66

Si pudiera quitarme este traje raído
y salir libre al inmenso cielo;
si encontrara allí nada
sino un vasto azul,
sin eco, ignorante, —
¿entonces qué?