Disparar el Mega Buster,
copiar el arma de tu enemigo y seguir adelante: la ética del humanoide
perfecto. Soy de la generación de los niños que crecieron bajo el arrullo de
las consolas de videojuegos incipientes: el primer Nintendo o Famicom japonés,
el Super Nintendo de 16 bits y las máquinas Arcadia. En 1991, con la salida de Street
Fighter II las expectativas de lo que un adolescente podía esperar de las
máquinas tragamonedas cambiaron rotundamente y títulos de Neo Geo como World
Heroes (1992) y Samurai Shadown (1993) pusieron la tierra de cultivo
para el refinamiento visual y la violencia mórbida de la serie Mortal Kombat
(1992), creada por John Tobias + Ed Boon, y el clásico Killer Instinct
(1994) desarrollado por Rareware para Nintendo, que dejó boquiabierto a medio
mundo por sus magníficos combos y sorprendentes gráficas.
No obstante, antes de que
arribara la locura robótica, la competencia enfermiza entre compañías de
videojuegos y la proliferación de consolas, en los ochentas Rock Man fue un
personaje adictivo que marcó a un par de generaciones menos esquizofrénicas,
desequilibradas e impuras. La primera entrega de la serie, creada por Keiji
Inafune para Capcom, competiría en popularidad con Super Mario Bros. de
Nintendo, y se lanzó un 17 de diciembre de 1987. Según los comentaristas, el
cartucho (con una portada francamente horrible) casi no se vendió, pero el
insistente Inafune solicitó la producción de una segunda parte y mejoró las
gráficas, el modo de juego y la música. Rock Man II fue lanzado en Japón
el 24 de diciembre de 1988 y su creador afirma que es uno de sus favoritos.
Con el paso del tiempo, las
aventuras del inefable Mega Man (la actual mascota de Capcom) se han
multiplicado: lo atestiguan siete sagas diferentes y cerca de 60 versiones para
distintas generaciones de consolas. Por su parte, Inafune preside el equipo de
investigación, desarrollo y negocio en red de Capcom y es el encargado de las
series Onimusha y Dead Rising.
Basado en los animés Neo Human Casshan de 1973 y Astro
Boy de 1963 (cuya versión en manga fue impresa en blanco y negro a
principios de los 50’s), Rock Man y Roll fueron construidos por el Dr. Thomas
Light y su asistente, el Dr. Albert W. Wily a partir de un prototipo denominado
Proto Man (Blues en Japón) para apoyarlos en el laboratorio y las labores domésticas,
junto con 6 robots más especializados: Cut Man, Guts Man, Ice Man,
Bomb Man, Fire Man y Elec Man. Eventualmente, Proto Man se rebela y desaparece,
Wily roba a los robots para apoderarse del mundo y entonces Rock Man es
reprogramado con la misión de luchar en su contra. La niña Roll, mientras
tanto, cuidará del Dr. Light. No debe sorprender que una historia tan sencilla
impactara en la cultura de masas. Ejemplos de robots buenos y malos ya existían
antes y se repetirán posteriormente con mayor grado de complejidad. Por
ejemplo, la serie Neon Genesis Evangelion, hecha por los estudios de
animación Gainax y emitida de octubre de 1995 a marzo de 1996, es un ejemplo
significativo, reelaborado y con alusiones místico/filosóficas que los amantes
de Rock Man son capaces de comprender y celebrar.
Uno de los distintivos de Rock Man son las excelentes
melodías de sus escenas, muchas de las cuales no pasan del minuto treinta (y
las más largas no cierran los tres) y que pese a la brevedad y la función
ambiental que cumplen, provocan enormes sonrisas. Elaboradas a base de
sintetizadores, las mejores composiciones fueron hechas desde Rock Man II
y la tradición continuó hasta la saga de Mega Man X, cuyo debut me
parece insuperable. Generalmente cada compositor da lo mejor de sí en los
últimos niveles, contra el Dr. Wily o Sigma, y al concluir el
videojuego, en las secuencias donde Rock Man reflexiona sobre el poder de
creación y destrucción y la responsabilidad moral que tienen los más fuertes.
En el ámbito de los VGM, estas melodías ya tienen un lugar de honor. De hecho,
en YouTube existen cientos de versiones arregladas y remixes no oficiales,
incluso en heavy metal y nu jazz. Los melómanos saben de lo que hablo. Mega Man
sigue siendo un hit.